lunes, 28 de junio de 2010

Temuco a sector Tromen

Ruta seguida en esta nueva aventura

Esto de tener presencia en la Internet me ha resultado impactantemente positivo para mi vida en estos tres años de experiencia en la Web. Pese a que no todos los lectores de mis distintos blogs quieran expresar comentarios, noto que hay quienes han tomado de su tiempo para leer lo que publico, ¡gracias a todos ustedes!

Como expresé antes, mi presencia en la Web (no sólo en mis blogs, si no que también en foros de investigación histórico-genealógicos) me ha permitido también relacionarme con personas de mi nacionalidad (en Chile y en el extranjero), de otras naciones latinoamericanas y de europeos. Es así como una ciudadana uruguaya me solicitó ayuda para ubicar a una familia que ella conoció en la cercanías de mi ciudad de residencia, en el verano del año 1989, a través de una viaje turístico. Soledad anhelaba saber de ellos, pero había perdido contacto con aquella familia de la etnia mapuche, debido a que el lugar en que tenían residencia es rural y no tiene una dirección postal para el envío de correspondencia. Soledad sólo tenía como antecedentes un nombre, el apellido paterno y la inicial del materno de uno de los integrantes de aquella familia mapuche. Nada recordaba del nombre del lugar o de la comunidad indígena u orientación geográfica hacia donde, en el año 1989, se había dirigido para conocer a representantes del pueblo mapuche.

Jaime a la vista

Aún con la escasa información de que yo disponía acepté el desafío. Accedí a varias fuentes para tratar de hallar el nombre del integrante de aquella familia, logrando encontar una posible coincidencia en un plano de división de una comunidad indígena ubicada el poniente de Temuco. Una vez hecho ésto, escribí a Soledad solicitándole recordara algo resaltantye que me permitiera identificar más precisamente aquel lugar, a lo que ella respondió con dos datos que me ayudaron a sentir que yo estaba en lo correcto. Le informé que iría a visitar aquel sitio el día 21 de mayo, día de festividad patria, y que me enviara alguna fotografía de ella cuando visitó el lugar. Luego de unos días Soledad logró encontrar un par de fotos de la época y me las envió por email. Las imprimí y guardé hasta que llegara la fecha que yo había seleccionado.

Antes de aquel día viernes 21 de mayo llamé a mi amigo Jaime para proponerle una salida en bicicleta. Le conté la historia de Soledad y de mi labor investigativa. Quedamos de acuerdo de reunirnos aquella fecha en frente del Hospital Clínico de la Universidad Mayor de Temuco. Llegado el día, salí desde mi hogar al otro lado del río Cautín. El día estaba nublado, pero sin anuncio de lluvias. Tardé 20 minutos en llegar al sitio de la reunión. Pasaban los minutos y mi amigo no llegaba. Lo llamo a su celular, tarda en contestar pero finalmemnte lo hace, con voz un poco jadeante: ya venía en camino. Pocos minutos más tarde aparece en la distancia, sin su casco, aunque lo trae colgando. Al llegar noto que viene cansado. Nos saludamos y me cuenta que desde el verano, cuando hizo un viaje en solitario en su bicicleta a la cordillera, no había vuelto a salir. Se sentía fuera de forma. Le comento sobre el lugar al que deseo llegar, le muestro una fotocopia del plano y el camino que deseo tomar para regresar hacia Temuco, pasando por Labranza y llendo a visitar el lugar en que estuvo la ex estación de ferrocarriles Boroa, del ramal Temuco a Carahue. Para mi sorpresa Jaime me dice que conoce esa ruta. Nos pusimos en marcha como a las 10:15, rumbo al sector Fundo El Carmen, límite urbano al poniente de Temuco. En el supermercado Santa Isabel del lugar compro algunas pocas cosas para beber y comer; luego nos internamos en el camino ripiado hacia Tromen.

Yo ya había observado en GoogleEarth la ruta, pero no había apreciado que tenía cuestas y pendientes, algunas bien pronunciadas. Las cuestas las subí caminando y las pendientes ¡¡a todo dar!! Jaime me tomó algunas fotografías por el camino, para ilustrar a Soledad el viaje. Casi a mediodía identificamos el lugar. Una de la señas dadas por Soledad apareció al borde del camino (aún seguía allí esa vieja construcción); luego, un elemento presente en una de las fotografías que yo había impreso unos días atrás, y que llevaba en el interior de mi bolso colgado en el manillar, aparece ante nuestros ojos.

Bajamos de nuestras bicicletas. Cuatro enormes perros nos observan desde el otro lado del portón que da acceso a la propiedad de la familia mapuche. No me queda más remedio que gritar hacia el interior: ¡¡¡ ALÓOOOOOO !!! Aparece una mujer que nos atiende de manera cordial. Le pregunto si allí reside la familia "...", a lo que me responde afirmativamente. Le explico el motivo de mi visita, le entrego las fotografías. Reconoce en las fotos a miembros de su familia, pero con 20 años menos, pero no recuerda el rostro de los turistas uruguayos. "Fueron muchas las personas que nos visitaron en aquellos años", señala. Intercambiamos las direcciones de correo electrónico y Jaime me fotografía con aquella mujer, en el lugar aproximado en que aparece aquel grupo, en el año 1989.

Nos despedimos, montamos nuestras bicicletas y comenzamos a aproximarnos al camino que nos conducirá hacia la localidad de Labranza. No pasa ni un minuto y escuchamos un brusco frenazo de un vehículo sobre el ripio y luego un estampido. Le digo a Jaime: ¡un choque!, a lo que él responde "¡vamos a ver!". Jaime fue bombero voluntario, así es que su voluntad de ir a ayudar fue instantánea. Llegamos al lugar del cual había provenido el ruido y vimos que un sedán Daewoo y una camioneta Chevrolet habían chocado al encontrarse de frente en la cima de una cuesta de aquel camino rural. Habían personas heridas de ambos vehículos, entre ellos un niño pequeño cuya cabeza impactó contra el parabrisas, ya que viajaba en el asiento delantero y no llevaba puesto el cinturón de seeguridad. Jaime llama a la Central de radio de sus amigos bomberos, ya que es imposible contactarse con Carabineros. El lugar es a 9 kilómetros del límite urbano de Temuco. En 15 minutos bomberos llega con dos carros bomba y, en sus vehículos particulares, más voluntarios; se contactan con el hospital y Carabineros. Bomberos realiza las primeros auxilios e inmovilizan a los heridos. Casi una hora más tarde llega una ambulancia desde el Hospital de Temuco, pero Carabineros no aparece... Como todo está bajo el adecuado control de los servicios de emergencia Jaime y yo decidimos retirarnos del lugar para seguir nuestro plan de ruta.


Nos internamos por el camino a Labranza, el que estaba siendo reparado en un tramo con un "bulldozer". Llegamos a la localidad y me acerqué hasta el sitio en el que se encuentra el viejo edificio de la ex estación de ferrocarriles. Unas fotografías ilustran mi pasada por el aquel lugar, las que pasarán a formar parte de mi álbum en Flickr. Le pido a Jaime me acompañe hasta el lugar en que estuvo la próxima estación: Boroa. Accede, aunque lo noto cansado. En la ruta asfaltada que conduce hacia Nueva Imperial, nos internamos en busca de la faja ferroviaria, la que desaparece en forma de caminos o huellas ocupados por los habitantes de aquellos lugares. Regresamos a la ruta asfaltada. Finalmente decido preguntar a una persona que cortaba leña cerca de su hogar. Resultó se un hombre mayor, que conocía toda la historia del lugar, incluída la de aquella época en que existía el tren hacia Carahue. Conversamos por espacio de unos 15 minutos, dándonos él las señas de la ubicación de aquella estación. Pedaleamos hasta allá e identificamos el sitio por las señas que habíamos recibido, dándonos cuenta que el lugar está poblado por una villa llamada justamente Villa Estación Boroa, siendo la faja ferroviaria su calle principal. Los únicos vestigios del ferrocarril son unos pocos ejemplares de rocas chancadas (el balasto) y las ruinas de los cimientos de la bodega de carga y de la estación, nada más. Tomo unas pocos fotos, descansamos y comenzamos nuestro regreso hacia Temuco.


El regreso hasta Temuco lo hacemos con gran precaución, ya que no hay berma y los vehículos de todo tipo pasan raudos a nuestro lado. Finalmente accedemos a Temuco, por la avenida Recabarren, y nos separamos. El hogar de Jaime está cerca de allì, mientras que yo debo continuar mi pedaleo hasta llegar a la Ruta 5 Sur y cruzar el puente carretero sobre el río Cautín. la piernas ya no tienen energías, pero logro llegar hasta casa: son las 6 PM. Reviso el tacómetro de mi bici: 62 kilómetros.

Al día siguiente me contacto por email con Soledad, informándole del éxito de mi investigación y del hallazgo, enviándole unas fotos de la travesía. Ella responde inmensamente alegre, anunciándome que escribiría también a aquella integrante de la familia mapuche que yo había contactado.
A la fecha de este post, Soledad ya ha establecido una relación de amistad a través de la mensajería electrónica conmigo y con la familia del lugar Tromen.