sábado, 7 de marzo de 2009

Viejos puentes ferroviarios: uniéndonos con el pasado

Saliendo desde Padre Las Casas hacia el camino interior por Licanco

Cuando se viaja raudo por la carretera, sin posiblidad de detención para observar algo que nos atrae la atención, como cuando nos trasladamos de un sitio a otro en un bus, muchas veces decimos : "me gustaría estar allí", o "algún día visitaré aquel lugar". En mi caso particular, que me atraen las antiguas obras de arte ferroviarias, cuando he viajado al Sur de Temuco he visto los viaductos y puentes que cruzan los ríos y esteros de la zona. La mayoría de aquellas estructuras de piedra, ladrillo y acero son viejos monumentos de la ingeniería del siglo diecinueve, que datan de la época cuando se contruyó el tramo de la vía férrea que unió las ciudades de Temuco y Pitrufquén, obra concluida en el mes de noviembre del año 1898.

Bifurcación Licanco-Maquehue

El sábado 21 de febrero de 2009, sin más compañera que mi bicicleta, salí desde mi casa con destino al puente ferroviario sobre el estero Pelales, en las cercanías de la localidad de Freire, con previas detenciones, como en el sector de Licanco Chico, en casa de doña Leudora Painén (para ver el estado de madurez de las manzanas "cabeza de niño", que me ofreció hace unos meses atrás), luego pasando por el puente Pichi Quepe, y, posteriormente, por el Quepe y el Huilquilco.

En Licanco Chico encontré a la señora Leudora haciendo dulce de mora. Las manzanas estaban casi a punto pero aún les faltaba una pizca de maduración, así es que quedé invitado para el segundo sábado de marzo para realizar una cosecha de esa rica fruta. Después de conversar con ella sobre sus antepasados, y sobre el lugar en el que su familia ha vivido por muchísimo tiempo, me despedí de ella para continuar a mi destino. En una anterior ocasión había visitado el puente Pichi Quepe, pero no había buscado la información del año de fabricación de ese mecano ferroviario. Bueno, en esta oportunidad pasé nuevamente al lugar a ubicar el dato, encontrándolo en uno de sus extremos. El fabricante fue la siderúrgica "Schneider et Cie", de Le Creusot, Francia, y la placa indica que su confección fue en el año 1896.

El "Pichi Quepe" (Quepe Chico)

El Quepe

El puente sobre el río Quepe me vio pasar nuevamente rumbo al Sur. Al pasar frente al recinto de la ex estación de ferrocarriles de Quepe no pude dejar de sentir pena al observar que un gran letrero anuncia la venta del recinto... Me detuve e ingresé al sector del patio de maniobras, cubierto de pastizales. Observé con tristeza al centenario edificio de la estación, y pensé : "¡Cómo me gustaría ser un Farkas, para tener el dinero suficiente para comprar este terreno con su construcción y restaurarla, y hacer una especie de restaurante con aires ferroviarios y de colonos sureños!". Tomé varias fotos, por que llegará el día en que todo aquello habrá desaparecido y con la posible demolición nadie reconocerá el trabajo industrioso y experto de las manos de aquellos constructores, carpinteros y albañiles que se aventuraron en Araucanía, finalizando el siglo diecinueve, para realizar tan resistentes y características obras.

Ex estación Quepe
Saliendo del pueblo de Quepe

Salí de Quepe y continué mi pedaleo hasta encontrarme con mi primera meta: el puente Hulquilco. Quería obtener datos sobre su fabricación, pero no hallé información en ningún lugar de su estructura. A lo más, el óxido de la superficie y una desprendida piedra de coronación del estribo Sur, aparentemente sacada de su lugar por inescrupulosos. Saqué abundantes fotos del lugar. Mientras desde la línea férrea fotografiaba el puente, me di cuenta que una camioneta se detenía y bajaba de ella un hombre que tomaba mi bicicleta. No estaba a una distancia muy cercana, como para partir a socorrer a mi vehículo, pensando que se la iban a llevar, así es que le hice zoom a mi cámara fotográfica para capturar la placa patente de la camioneta, y así tener una prueba de los "cacos". En eso estaba, cuando me percaté que habían tomado mi bicicleta sólo para disponerla en un lugar fuera del sendero en el que la había dejado un rato atrás, con el sólo propósito de no aplastarla con el vehículo motorizado. ¡Uf! ¡Qué alivio! Pero decidí que nunca más dejaría abandonada a mi bici, a una distancia a la que la pierda de vista.

Puente Huilquilco
Pese al calor del día, continúe mi viaje hasta el puente Pelales. El letrero anunciando el Peaje carretero de Quepe a 1000 metros, anunció mi llegada al estero que da nombre a los puentes ferroviario y carretero del lugar. Me acerqué al viaducto, lo observé por todos lados y tampoco encontré la identificación del fabricante, sólo óxido. Aparantemente el Huilquilco y el Pelales no fueron fabricados por "Scheneider et Cie", ya que ellos eran orgullosos de sus obras y le ponían una placa identificatoria a todo lo que enviaban desde Francia al extranjero.

Llegando al sector del estero Pelales

Estero Pelales
Puente ferroviario Pelales
Un par de horas en el lindo paisaje del entorno, y a la sombra de la vegetación que se encuentra a la orilla de la vía férrea, me repusieron del calor del día. Recorrí el puente, de un lado al otro, saqué una buena cantidad de fotografías; observé los postes de rieles que aún soportan las podridas crucetas de madera con los aisladores de loza y vidrio verde que llevaban los "hilos" telegráficos del pasado. Me encaramé en la baranda del puente, y desde la altura imaginé los sonidos y las imágenes de sudorosos trabajadores que con pala y picota dieron forma al terraplén sobre el que se hizo el tendido de la línea férrea, hace más de cien años; un trabajo efectuado por aquellos "carrilanos", nunca bien reconocido o ni siquiera recordado.

Un trabajador de vías de ferrocarriles "rebautizó" al puente...
Una vista, desde la Ruta Cinco Sur

A las cinco de la tarde emprendí el retorno a mi hogar, sin antes grabar un pequeño vídeo. Misión cumplida. Adonde sueño ir, allí iré...

lunes, 8 de diciembre de 2008

Una vueltecita por Cajón y sector El Natre

Hoy sábado salimos mi "yunta" Jaime y yo, rumbo a Cajón. La tarde del domingo yo había estado observando con Google Earth un interesante sector ubicado entre la localidad de Cajón, al Norte de la ciudad de Temuco, y Carillanca, a unos diez kilómetros al Oriente de Cajón, camino a Vilcún. Le había enviado un mail proponiéndole una salida al lugar, para fotografiar unos puentes ferroviarios que se observan en la fotografía satelital. Una llamada telefónica confirmó la salida, quedando de encontrarnos en el "trébol" de la Avenida de Los Poetas. A las 10:10 AM estábamos en el lugar, prosiguiendo por esta arteria hacia la Avenida Barros Arana, la que nos llevaría hacia la localidad de Cajón, por el antiguo camino hacia el Norte. Luego de pedalear por poco más de una decena de kilómetros, llegamos al puente sobre el estero Pumalal en donde tomamos fotografías del lugar, en especial del antiguo puente ferroviario del tramo concluído en el mes de diciembre del año 1892.

Puente sobre el estero Pumalal

Busqué la placa identificatoria del constructor, encontrando que aquella fue extraída -robada- de la viga, lugar en donde se encontraba originalmente.

Allí estuvo alguna vez la placa identificatoria del fabricante del puente
Estero Pumalal, al Poniente de los puentes

Prosiguiendo, entramos a la pequeña localidad de Cajón yendo hacia el sitio en donde se encontraba la estación ferroviaria. Buscamos el lugar en donde debería haber estado una pequeña y antigua tornamesa para invertir el sentido de avance de las locomotoras, pero un vecino del lugar nos informó que aquella obra ya no existía. Tomé una foto a lo que queda de la estación, observándose que la bodega de carga está convertida en una casa habitación de dos pisos, con un pequeño almacén de comestibles.

Recinto estación de Cajón

Regresamos hacia el Norte de la localidad, encontrando los restos de la línea férrea del ramal que conducía a la localidad precordillerana de Cherquenco, por el cual, décadas atrás, se transportaba la madera de los ricos bosques ubicados allá. La faja de ferrocarriles sale del pueblo, ya sin durmientes ni rieles, rumbo al río Cautín. Allí se encuentra aún la estructura del viaducto que cruza el río. Fotografiamos desde distintos lugares este gran puente, cruzándolo de un extremo al otro. Su extremo Sur está interrumpido por la ruta asfaltada que conduce hacia las localidades de Vilcún, San Patricio y Cherquenco.

Puente ferroviario sobre el río Cautín, en Cajón

Nuestro deseo era proseguir con nuestras bicicletas por la faja ferroviaria rumbo a otro puente ferroviario a unos cinco kilómetros al Oriente, pero fue imposible, debido a lo tupido de la maleza que la cubre.
Jaime fotografía una culebra muerta, sobre la faja ferroviaria que no pudimos recorrer

La culebra muerta

Tuvimos que continuar por la ruta asfaltada, hasta que encontramos un camino lateral que nos acercaría a la antigua ruta ferroviaria.

Un lindo camino ripiado y sin tránsito alguno nos condujo al sitio de la antigua obra de arte ferroviaria. El puente hoy consiste en los estribos de concreto, ya sin las vigas de acero ni nada más, sólo quedando las huellas de los lugares en los que estuvieron depositados los durmientes que soportaron los rieles. Allí procedimos a consumir parte de nuestro refrigerio. Recorrimos el solitario lugar y proseguimos por una ruta interior que nos comunicó con el lugar El Natre. En un encuentro de caminos Jaime divisó un papel pegado en un árbol, el que resultó ser la publicidad para un torneo de Rayuela, con los premios respectivos. Interesante es enterarse de cuáles son las entretenciones de los campesinos residentes. Desde aquel lugar accedimos nuevamente a la ruta asfaltada, pasando por la pequeña escuela rural llamada naturalmente "El Natre".

El lugar en el que se halla el resto de la estructura de un puente ferroviario

Camino interior, sector El Natre

Rumbo al Water Slide Park

Continuamos unos kilómetros más, pasando por la Estación Experimental INIA Carillanca, y llegando al frente del "Water Slide Park", lugar de recreación carecterizado por la figuras de dinosaurios. Allí descansamos y nos hidratamos; consumimos otros alimentos energéticos y emprendimos el regreso por la misma ruta por la que habíamos llegado hasta allí.

Acceso al Water Slide Park

Llegando a una intersección de caminos, decidimos continuar por otro, con la indicación de un lugareño que circulaba por el lugar. El camino era el resto de la faja ferroviaria que nacía en la localidad de Cajón, y nos llevó al sector Santa Rosa, en el que encontramos la ruta asfaltada que conduce a Padre Las Casas. Continuamos este camino, que bordeando el by pass y el río Cautín nos llevó al encuentro con la gran estructura ferroviaria sobre aquel río que separa a las comunas de Temuco y Padre Las Casas.

Camino a Padre Las Casas, sector Santa Rosa

Río Cautín, rumbo a Padre Las Casas

En Padre Las Casas, puente ferrovario sobre el río Cautín, al sur de Temuco

Poco más de cincuenta kilómetros, en cinco horas de viaje, fue el raid efectuado este día. Los lugares que más entretenido encontramos fueron el camino por el sector El Natre y el sitio en el que se hallaban los restos del puente ferroviario. Ésta fue otra gran oportunidad aprovechada para conocer lugares cercanos a la ciudad de Temuco.

Alineación al centro

lunes, 1 de diciembre de 2008

Visitando la cantera de Metrenco

Cuatro fines de semana sin salir ya era demasiado. Me decidí a realizar un visita a la antigua cantera ubicada en las cercanías de Metrenco, con o sin compañía. Mi decisión estaba basada fundamentalmente en el aliciente o motivación que me viene provocando la bitácora de Gustave Verniory, conocida en un libro titulado "Diez años en Araucanía 1889-1899". Lo he leído y releído en varias oportunidades, llevando mi mente hacia más de 100 años atrás, cuando mi bisabuelo José Acuña Urrutia trabajaba de albañil, teniendo yo casi la certeza absoluta de que él trabajó en la construcción de edificios y otras obras ferroviarias, durante la permanencia del ingeniero Verniory en Araucanía.

El sector de la cantera era conocido desde fines del siglo diecinueve como Quinquer. Por allí se había planificado el trazado ferroviario, a través de la selva, pero en la ruta se encontraba un inmenso promontorio rocoso que bloquearía el paso de la línea férrea hacia el Sur, por lo que se decidió hacer una excavación y perforar la roca para hacer un túnel ferroviario. El resto de la historia la comento en mi otro blog.

La lectura de la bitácora de Verniory, en lo relacionado con la excavación en Quinquer, me hizo preparar el viernes 28 de noviembre por la noche mi "cocaví" (derivada de una palabra del idioma quechua, que significa "alimento para viaje") y los demás aperos relacionados con un tour fotográfico al lugar. El sábado por la mañana, después de revisar mi bicicleta, lubricar la cadena y otras partes móviles, inflar las ruedas con la debida presión, salí sin compañía alguna desde mi hogar rumbo al sur hacia la ruta que ya he recorrido en otras dos oportunidades. El viernes había estado lloviendo, y el pronóstico del tiempo señalaba que el sábado 29 de noviembre sólo tendría chubascos por la mañana. Si llovía un poco no me importaba, porque igual saldría a pedalear, pero para mi deleite amaneció completamente despejado, y el resto de la jornada estuvo caluroso y con mucha radiación ultravioleta. El camino interior de la Comunidad Mapuche de Licanco está ya completamente asfaltado, y estaban rociando alquitrán sobre la mitad de la carpeta de rodado; ¡Qué diferencia a como la encontré hace un par de meses atrás, cuando el ripio suelto consumió casi todas mis energías¡ Este camino empalma con la "calle de servicio" o llamada también "vía local", que conduce a las localidades de Metrenco y Quepe. Una vez que entré a esta vía me desplacé como un kilómetro hasta la pasarela que queda frente al sector de la cantera, cuya excavación no es posible ver desde la ruta. Crucé a través de ella hacia el lado oriente de la Ruta Cinco y comencé a buscar un camino o senda que me condujera hacia la excavación. En eso andube como dos kilómetros hacia el Norte, hasta un punto en que la carretera y la vía férrea se acercan y existe un sendero que permite el acceso a la línea del ferrocarril. Comencé a recorrer, soibre ella, ahora hacia el Sur, y a través de los durmientes, el camino que me llevaría hacia la cantera misma. Ya había visto imágenes satelitales que me dieron una visual de cómo era aquel sector, así es que me dediqué a pedalear lo que más pude, pero era incómodo ir rebotando en cada durmiente, así es que me bajé de mi "corcel" y recorrí unos centenares de metros caminando. En eso estaba, cuando aparece ante mi vista un pequeño viaducto que cruza por sobre una senda que comunica dos sectores de tierras indígenas. Son las 12:30 horas. Encuentro interesante fotografiar esta obra ferroviaria y busco bajar desde la altura del terraplén hacia aquel sendero. Hallo el lugar y comienzo una empinada bajada, muy húmeda aún después de las lluvias, que me llevará al encuentro con la base del viaducto.


Observo que es una obra bastante antigua, pero de muy buena factura. La fotografío desde un lugar y luego desde otro ángulo. Para mitigar el calor abro mi mochila, extraigo una botella de 2 litros con una preparación de agua con "Zuko Go!", y me tomo unos tragos de aquel líquido. Estoy guardando mi vaso y la botella cuando en eso aparece una mujer mapuche que me pregunta muy seria: "Anda en algo bueno o en algo malo". Me acerco suavemente hacia ella, me saco mi casco de ciclista y la saludo diciéndole que ando en busca de lugares e historias relacionadas con mis antepasados. A la voz de antepasados comenzó entre ambos una conversación tremendamente interesante y muy amena. La señora resultó llamarse Leudora del Carmen Painén, quien me relata historias de su infancia en aquel lugar (Licanco Chico), y, para mi agrado, recuerda historias de cuando en el invierno pasaba el tren con locomotoras a vapor, ella con sus hermanitos hacían señas y pedían a los tripulantes de la máquina que les dejaban caer carbón mineral para que se calefaccionaran. La señora Leudora me cuenta que el tren de carga paraba y el "conductor" (como ella dice) tiraba aquel combustible fósil con una pala larga. También les pedían dulces, y en una oportunidad los ferroviarios de la locomotora les lanzaron un regalo: una inmensa bolsa de caramelos "Ambrosoli". Cuando ella menciona aquello, meto mi mano derecha al bolsillo de mi pantalón y saco dos caramelos de aquella marca, que portaba para dar carbohidratos a mis músculos, extiendo mi mano regalándoselos y me los recibe. Eso "derritió" el resto del hielo que quedaba. Estuve conversando con aquella esforzada mujer cerca de una hora. Me invitó a conocer el lugar en el que vive, que resultó ser muy acogedor y limpio. Tenía un pequeño jardín, bien cuidado, con árboles frutales y ornamentales. La razón de que ella apareciera a interrogarme era por las continuas promesas incumplidas, hechas por personeros, aparentemente del Ministerio de Obras Públicas o de Vialidad, relacionadas con un camino que les pudiera conectar con la ruta hacia Temuco, lo que no ocurre porque en la planificación de la nueva Ruta Cinco Sur no se contempló para la comunidad indígena del sector una salida apropiada, quedando "encerrados" en aquel sitio. Doña Leudora me dejó invitado para ir en el verano a cosechar manzanas "cabeza de niño" y de otras clases que tiene en su terreno. Al despedirme, para continuar hacia mi destino, le pedí permiso para poderme fotografiar junto a ella. Accedió amablemente, pero antes, y como corresponde a todo el género femenino, sin importar raza o cultura, se arregló su cabello para salir bien presentada.

El autor de este blog y doña Leudora Painén

Fue una experiencia muy enriquecedora, y me gustaría regresar allí para regalarle una copia de la fotografía que capté, llevarle una bolsa de caramelos "Ambrosoli" y, como recuerdo de nuestro coloquio ferroviario, unas piedras de carbón, que ella hechaba tanto de menos. Emprendí nuevamente la marcha por la línea del ferrocarril, persiguiéndome una jauría de perros por un buen trecho, llegando a la altura de la cantera a las 13:45 horas. Lo que más me impactó presenciar fueron las ruinosas estructuras de lo que fue la planta chancadora para producir balasto, o sea, la piedra sobre la que se depositan los durmientes de la línea férrea. No esperaba encontrar aquello, y fue una delicia para este arqueólogo frustrado.

Casa de máquinas y planta de chancado

Estuve en aquel lugar cerca de cuatro horas, recorriendo todo el sitio para fotografiar las antiguas estructuras. Mi interés de estar allí era fotografiarme en el túnel que allí existe, al estilo de la fotografía que aparece en el mencionado libro de Gustave Verniory. Estuve esperando a que terminaran las faenas en la cantera, ya que estaba trabajando una retroexcavadora y habían unos operarios que manipulaban un barreno neumático. Mientras esperaba aquella ocasión, me dediqué a comer parte de mi "cocaví": un par de plátanos, huevos duros, sandwichs y "Zuko Go!".

Al retirarse del lugar aquellas personas, monté en mi bicicleta y me adentré en la cantera en búsqueda del túnel descrito por Verniory, pero no lo encontré por ningún lado. ¡Qué decepción! Di vueltas por todos lados, salí de la cantera, dí una vuelta por el lado norte en búsqueda de lagún vestigio, pero nada... Lo encontré insólito. Decepcionado, después una larga búsqueda, tomé rumbo por el camino que me llevaría hacia la carretera. Estaba en eso cuando veo una camioneta de color burdeos, que antes había observado en el interior de la cantera. El vehículo estaba estacionado y había un hombre que estaba poniendo un candado a la barrera que impide el paso a la cantera desde el Sur. Me acerco y le explico lo que andaba buscando. Me responde que la entrada al túnel quedó cerrado el día viernes por un derrumbe, y que ese acceso estaba ubicado al lado de un refugio en el acceso a la cantera... Le agradezco la información y regreso al lugar. Claro, ahí estaba notoriamente el derrumbre fresco. Me encaramo por las rocas, pero no se observa ningún vestigio de la entrada al antiguo túnel de Verniory... Me retiro hacia el Sur nuevamente, subiendo por el camino que pasa por el frente de las ruinas de la gran planta chancadora. En la altura veo una casa de dos pisos hecha de bloques de piedra. Hay un niño en el cerco de madera y le pregunto si sabe de un túnel que hay en el lugar. Me dice que no sabe. Observo que hay un par de hombres jóvenes que están preparando el fuego, al parecer, para un asado. Me acerco hacia ellos y me observan con desconfianza. Les informo en lo que ando y les consulto sobre el asunto. Me responden con poco vocabulario. Uno de ellos se aparta, y el que queda me dice que la salida del túnel está en frentre de la planta chancadora. Agradezco el dato, me monto en la bicicleta y regreso nuevamente al lugar. Observo detenidamente la ladera del cerro hasta que logro distinguir entre la maleza, lianas y otra vegetación la estructura curva del acceso de un túnel; pero está bloqueado por un derrumbre de tierra, o quizás haya sido taponeado adrede.

Saco fotografías; despejo de vegetación lo que más puedo y saco más fotografías. Ahora estoy más reconfortado: he descubierto una parte de aquel antiguo túnel. No he logrado el objetivo de recorrer la excavación que recorre el interior del cerro, pero, al menos, sé que allí está la obra descrita por Gustave Verniory.

Mi viaje en bicicleta me llevó, finalmente, hasta el pequeño puente ferroviario que cruza las lentas aguas del estero que da nombre al lugar: "Metrenco" ('aguas lentas'). Llego al recinto de la ex estación, veo el edificio de la bodega en que trabajó mi abuelo a principios del siglo veinte y emprendo el regreso a casa.

Ocho horas después de haber salido de mi casa estoy llegando a mi hogar, siendo saludado por mi fiel perro "Ringo".
Licanco Grande a Metrenco, por la línea férrea.

Corolario: Tendré que regresar al lugar, ojalá acompañado, para visitar a doña Leudora Painén, y para ver si fue despejada la boca del túnel de la cantera, en donde quiero obtener una fotografía al estilo de la que aparece en el libro "Diez años en Araucanía 1889-1899".

viernes, 31 de octubre de 2008

Raid Temuco, Quepe, Mahuidanche, Maquewe-Pelales, Temuco

Este paseo estaba pendiente. En aquella oportunidad en que visité Gorbea, y al ver desde la ventana del bus, que me transportaba de regreso a Temuco, las viejas estaciones ferroviarias de Quepe y Metrenco, me puse la meta de visitarlas en un plazo breve. Metrenco fue el primer sitio visitado, el 20 de septiembre de 2008, y tenía planificado viajar en mi bicicleta hasta la localidad de Quepe el día sábado 18 de octubre, pero un triste imprevisto me llevó a movilizarme en aquella fecha a la ciudad de Bulnes, en la Región del Bío Bío.

Como la experiencia de viajar acompañado es mucho mejor, invité a mis amigos Jaime y Washington a realizar este viaje, explicándoles las motivaciones que me inspiraban. Hoy nos reunimos en el sector del acceso a la ex Base Aérea Maquehue. Llegué al lugar del encuentro a la 10:00 horas, Jaime llegó unos minutos más tarde y, finalmente, Washington. A las 10:15 horas comenzamos a rodar, haciendo ingreso desde la Ruta Cinco Sur hacia el camino que nos llevó por la Comunidad Indígena de Licanco. Para mi sorpresa, el camino está siendo nuevamente asfaltado, por lo que esta vez el recorrido fue muy rápido, a diferencia de mi experiencia por aquel lugar en mi ida a Metrenco el 20 de septiembre. Una vez que accedimos a la calle lateral que va paralela a la Ruta Cinco, ya a las 11:15 horas estábamos pasando frente a la Estación ferroviaria de Metrenco.

Llegando a Metrenco

Quince minutos después nos detuvimos para fotografiar un pequeño puente ferroviario que data de la época de la construcción del tramo Temuco a Pitrufquén, hacia el año 1896.


A las 11:50 horas estábamos llegando al río Quepe. Una vez cruzado por el puente carretero, bajamos a la playa del río, a fin de fotografiar el puente ferroviario que cruza esta corriente.


Accedimos a la orilla de la vía férrea, y al puente mismo, a través de un terreno que estaba cercado precariamente. Yo fui el primero en llegar al puente ferroviario, para ser fotografiado por Jaime. Revisando las vigas metálicas encontré una placa que indicaba el fabricante de aquella estructura metálica: "Schneider y C. Creusot 1896". Desde la altura del puente llamé a Jaime para que me llevara la cámara fotográfica. Me retiré de la escructura para indicar a Jaime un sendero por el que podía llegar al terraplén de la vía férrea, y me di cuenta que había una mujer que gesticulaba enérgicamente frente a Jaime y éste le decía algo. Desde la distancia no se oía la conversación, pero se notaba que había molestia en aquella persona. Luego de eso, Jaime subió por otro lugar y me contó lo acontecido: la mujer estaba molesta por que estábamos pasando por "su propiedad", y Jaime, acertadamente, le había señalado que el lugar que ella estaba ocupando era una faja ferroviaria de propiedad fiscal, pero ella no oía razones... Finalmente llegó Washington, quien expresó que la mencionada señora había cambiado su actitud y que le había permitido acceder a la vía férrea a través de "su" propiedad. Nos fotografiamos en aquel lugar histórico y emprendimos nuevamente el viaje rumbo al pueblo de Quepe, ubicado a 1,5 kilómetros al Sur del río.

El tamaño de la estructura del puente se aprecia con lo diminuto que me veo sobre él
Vista hacia el Norte. Minutos antes pasó un tren de carga hacia el Sur

Entramos al pueblo a través de un paso sobre nivel que cruza la Ruta Cinco por el lado Sur de la localidad. Por una calle principal logramos acceder a la Estación Ferroviaria. Fotografié el lugar y el antiguo edificio (construido en el año 1897). Al no estar operativa la estación ferroviaria, el semáforo ya no tiene sus aspas; y el edificio ya no está habitado por personal ferroviario, si no por una familia que restauró la casa para hacerla habitable, pues había estado abandonada y expuesta a la destrucción y al uso impropio que la había convertido en un antro.

La característica forma de los edificios de las antiguas estaciones ferroviarias del Sur de Chile

Conversamos unos quince minutos con el fefe de la familia y su esposa, quienes, como pudimos darnos cuenta, son personas de gran esfuerzo y dedicación al cuidado del lugar que les acogió como su hogar. Nos despedimos afectuosamente de estas personas y comenzamos cerca de las 13:00 horas el regreso hacia Temuco. Cruzamos hacia la calle lateral a través de la pasarela peatonal en altura del acceso Norte de Quepe, y continuamos pedaleando hasta encontrar el camino ripiado al sector Mahuidanche, al Poniente de la carretera, en cuyo trayecto cruzó un lindo zorro delante de nosotros. Unos centenares de metros más allá nos detuvimos a comer una colación en una playa al borde del río Quepe y descansamos a la sombra de unos sauces ubicados en el lugar.

Los puentes sobre el río Quepe, desde el Poniente, camino a Mahuidanche

Por la ruta de Mahuidanche

Hora de colación... y de "reportarse" a la cónyuge

Jaime había llevado dos pequeños álbumes con fotografías de la época de nuestro servicio militar, las que revisamos y recordamos los nombres de los varios personajes que en ellas aparecían. Una media hora estuvimos allí, para luego retornar al camino que nos llevó al sector Maquewue-Pelales, siendo ya las 15:20 horas. Allí el río Quepe es cruzado por dos puentes: uno bastante nuevo, que soporta el tránsito de vehículos mayores, y uno en desuso del tipo "colgante", completamente hecho de madera. Más fotografías en el lugar, que tiene una vista espectacular al cajón del río, nos hizo detenernos unos veinte minutos allí.

Antiguo puente colgante, en el sector Maquewue-Pelales

Continuamos por el camino asfaltado que pasa cerca del Hospital Maquehue, que atiende a la gentes del sector, mayoritariamente de la etnia indígena mapuche, llegando al sector Maquehue a alrededor de las 16:30 horas. Desde allí fueron unos veinte minutos hasta el lugar que fue nuestro punto de partida a las diez de la mañana. En la despedida, nos dijimos "hasta la próxima salida", lo cual podría ser a un lugar más lejano, incluso con el transporte de nuestras bicicletas en un bus, para un acercamiento a algún destino espectacular de esta Región de La Araucanía.

Fueron siete horas de viaje, con variadas experiencias: desde las desagradables, como la de la señora que increpó a Jaime, pasando por la edificante conversación con la familia que ocupa el edificio de la ex Estación de Quepe, ahora el hogar de gente esforzada; y, finalmente, los paisajes espectaculares a sólo unos cuantos kilómetros de Temuco.

Más fotos se pueden ver aquí
Temuco a Quepe


Éste fue el trayecto recorrido, aproximadamente un total de 35 kilómetros